jueves, 10 de diciembre de 2009

El pasado me atormenta, me sigue, a veces me alcanza y me toma por el cuello sofocándome, no me deja respirar, no me deja siquiera intentar alcanzar un sueño. Me detiene, me mantiene a la expectativa.

A ratos me escabullo de él, lo evado y logro correr. En esos momentos soy feliz, nada me detiene, nada me sujeta las manos, solo existe el ahora y siento que olvido, que soy feliz, que dejo ir.
Pero de pronto tomo conciencia de que sigo corriendo, que sigue detrás de mí, corro más rápido, tanto como puedo, pero me canso, comienzo a bajar la velocidad, miro a mis lados buscando alguien que me tome de la mano y me anime a seguir con su ayuda, pero he corrido demasiado lejos y ya no hay nadie. Me siento muy cansada y finalmente me alcanza, yo caigo de rodillas y ya no me defiendo, dejo que me tome…

Pero en ese momento alcanzo a ver a lo lejos, ahí está, esperando, esperando que yo sea valiente, que sea fuerte, que me levante, que luche…pero aún está a lo lejos.
Lo peor es que solo un toque de su mano podría darme fuerza, pero, aún está a lo lejos... aunque a veces lo logra.

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