sábado, 9 de junio de 2012

A penas puedo creer que hayas venido desde tan lejos, casi desde mi primer sueño, quizás desde el origen de mi entrañable amor a la poesía. Y llegaste con un mensaje lleno de savia, lujuriosamente armónico, aromado de selva y de montaña. Tus palabras procedían de una raíz fuertemente adherida a la tierra. Circulaba por ellas toda tu angustia y toda tu alegría; eran de barro y agua, pero barro negro y agua de cumbre, donde moja sus cabellos la aurora. Por eso brincaban ágilmente horizontes. Búsqueda de ti y de mi, búsqueda intensa desde mi voluntad disciplinada en la espera, desde mi fe en la bondad de la vida, desde mi demente cordura que se empeña en palpar la piel de lo inasible.

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